National Mall (parque)

(Hallen entra en la ciudad)
https://www.youtube.com/watch?v=biuGxlRaMq4&feature=related

El viejo taxi paro en frente del National Mall, justo a unos metros del monumento Lincoln, la lluvia golpeaba fuertemente sobre el taxi, creando un tempo que para otros quizás le molestara, pero para Hallen era reconfortante. Abrió los ojos cuando el taxi frenó y una molesta voz dijo: - Son 22,35 señor.- dijo el conductor. Hallen saco su cartera y le dio exactamente el importe indicado, sin decir ni una palabra se bajo del vehículo... en cuestión de segundos las lluvia enmaraño su cabellera, pero no le importaba, levanto el mentón y justo en ese momento un trueno repico en cada hueco de ese parque... “Que hermosa profecía”.- pensó. Atusándose el cuello de su gabardina encamino sus pasos al monumento Lincoln, sus pasos sonaban extraños, ahogados de charco en charco... poco a poco subió aquellas grandes escaleras de mármol, notando al fin sus pasos firmes, hasta llegar al final de las mismas. Delante de el se mostraba marmolea, hierática y ciertamente majestuosa la figura de Abraham Lincolm, tallado con el máximo esmero, sentado en lo que a sus ojos era un trono, lo cual le confería cierto poder a esa imagen. Saco un cigarrillo y una pequeña caja de cerillas, pero justo antes de sacar ninguna, un hombre mayor ataviado con un mono de color verdoso, le dijo:

- Da gusto ver como esta el viejo Lincoln disponible a cualquier hora, ¿verdad hijo?.- dijo el abuelo sonriente.
- ¿No es tarde para trabajar anciano? .-pregunté mientras sin mirarlo atendía a algo mas importante como era el encender mi cigarrillo.
- Me gusta echar horas extras, además me siento cómodo con la compañía de este gran hombre, yo crecí con las historias sobre las libertades que promulgo en la unión, me hace sentir orgulloso.- dijo el viejo mientras su pecho se hinchaba.
- Lastima que sean “Eso”... historias.- dije mientras tiraba la cerilla al suelo.
- ¿¡Historias!?, joven... este hombre fue un modelo que inspiro la igualdad para todos, y además...
- No confunda por favor.- dije cortándole- creo en la igualdad de los hombres, pero solo cuando nacen y eso solo pasa una vez en la vida de cualquiera, más adelante pocos somos iguales .-miré fijamente al viejo, el cual se encorvó por un momento y concluí diciendo – me interesa la figura de Lincoln porque fue un gran mentiroso, nada más, promulgaba la libertad y la igualdad, y mantenía que para saber el carácter de un hombre había que darle poder... sin embargo, el jamás hizo concesiones.- dicho esto le di la ultima calada al cigarro y di media vuelta para marcharme.

A medida que bajaba las escaleras no pude evitar pararme un segundo y contemplar lo que había delante de mi, el monumento washington, irremediablemente no pude controlar fruncir el ceño y pensar... “digan lo que digan son unos pervertidos”.

//ACCIÓN: doy una vuelta por el parque, buscando a algún roehuesos o alguna señal del túmulo que me lleve hasta la señora de las sombras. tu sabes

Tras un intervalo de unos veinte minutos deambulando por el lugar, Hallen no pudo evitar sentirse seguido. Su propósito había dado sus frutos.

No muy lejos, tras de el, una pareja de jóvenes pillados de la mano, caminaban siempre en su dirección, parándose a darse besos, o contarse algo que les hacia estallar en risas, chistes solo para ellos, "casualmente" cuando el se paraba;
Hasta que finalmente decidieron acercarse a el, contándose algo mutuamente.

Un chico granuloso de chandal, cuyos pantalones vio tiempos mejores, de gordita figura y cuello al descubierto, luciendo poco mas que meros colgantes de cuero, mientras que ella se definía por ser poco mas que un conjunto de huesos en movimiento y una sonrisa medio alegre, dentro de unos vaqueros y una camisa maltrechada, que se adivinaba bajo un llamativo chubasquero lila. Dos figuras totalmente fuera del mundo de la exquisitez y elegancia en la que Hall se había movido toda su vida.



- ... no es rata el tío, va y me comparo con un perro. Así que le dije, ¡ojo mamón, o veras que te muerde un lobo!... - comentaba el joven, mientras pasaban por su lado. La chica le guiño un ojo a Hallen, riendo las palabras de su compañero. Ambos encaminándose por un camino mas, hacia el interior del parque. En un caminar más lento, esperando ser seguidos.

Mientras en otro lugar...

Alex estaba teniendo unos días locos. La pelea que le había hecho salir precipitadamente de su hogar, no había sido mas que la punta del iceberg. Su huida sin decidir a donde y sin mas equipaje que lo puesto, la había llevado a tomar el primer autobús de la estación, a la ciudad mas grande y cercana. Dando al traste con sus vacaciones en América.

Tras ella, llegó otro día de malas digestiones y dolores de cabeza, que no hacían sino darle a pensar si estaría enferma. Cualquier pequeño comentario en la pequeña televisión del automovil sobre lo sucedido aquel día pasado, no hacia mas que enojarla un poco mas, y provocarle aquellas jaquecas. Por lo que la gente que viaja con ella, a pesar de su juventud, tendían a dejarla sola. No tuvo compañía en todo el viaje, parecían asustados de ella y no tenia nada que ver con el aspecto.

Cuando intentaba descansar, nunca terminaba de acordarse de que había soñado, pero un pequeño detalle persistía, un logotipo en forma de insecto, una cucaracha o algo por el estilo. Claro esta nadie suele dar mucha credibilidad a los sueños hoy en día.
Y ahora estaba allí, en la parada final y volvían a pasar cosas raras. Llevaba huida dos días, el dinero practicamente se le habia agotado, necesitaba un baño y un lugar donde dormir, que no fuera aquel maldito autobus de transito, lejos de miradas huidizas.

Había encontrado aquel mismo logotipo nada mas salir de la estación. En otro viejo autobús aparcado a un lado de la carretera, vació.

Un individuo fumaba al lado del mismo, la colilla casi consumida estaba por quemarle los dedos. Debía medir poco menos del metro sesenta y andar por los cuarenta y tantos, un traje liso claro, con una corbata llamativa, que dejaba poco lugar a la imaginación de su dueño. Su mirada estaba echada sobre ella, regalándole una cordial sonrisa, que entrevía tras un bigote poblado entrado en canas, tantas como las entradas de su pronunciada calva.

- Ey, niña. Seguro que te estas preguntando si esto no sera otro sueño - hablo, mientras le hacia señas para que se acercara. Lo suyo eran movimientos suaves de la mano. - Te aseguro que no estas soñando Alex Morgan. Bienvenida a Washington -

Hallen elevo un suspiro al cielo por un instante, quizás en señal de reproche, ambas figuras ya iban un par de pasos por delante de el y algo parecía disgustarle, debía de ser palpable ya que su ceño se frunció al instante. Dio un par de pasos y con tono grave sin necesidad alguna de alzar la voz se dirigió a la pareja expresando:

Disculpen, no soy de por aquí, pero dudo que el buen hacer de las cosas difiera mucho entre países .- dispuse mis manos hacia atrás, y proseguí.- <Mi nombre es Hallen Farkas>, y realmente me gustaría que nuestro encuentro concluyese en una bonita amistad, pero dudo mucho que animarme a seguir el trasero de dos desconocidos como un vulgar perro sea aliciente para ello.- saque el paquete de cigarrillos y dándole dos palpadas saque el pitillo que sobresalía con mi boca y después extendí el paquete a los dos jóvenes.- Adelante... tomen uno y aprovechen para decirme sus nombres y hacia donde tengo que seguirlos.

//ACIONES:
//<>Aura de confianza
// Daigotsu ha efectuado 7 lanzada(s) de uno d10 :

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Con una sonrisa confiada, la joven extrajo dos cigarrillos. Uno se lo coloco tras la oreja y el otro se lo paso a al chico, hablando.

- Yo soy Fatima, y este es mi primo, Lesther -
- Quien se alegra de que no se fije demasiado en el culo de mi prima- añadió el otro, encendiéndose el cigarro, con mechero propio. Dio una larga calada, probándolo antes de mirar a Hallen.

- El cambiapieles soy yo, como ya habrá adivinado, y como ya llevas rato deambulando por aquí sin que piten las alarmas- dio otra calada larga -pues tomas este camino, y todo recto sin pararte acabaras viendo una serie de mesas en circulo, donde andan comiendo todos los suertudos, con la abuela y los chicos que llegaron de campamento. Allí fijo que te cuentan algo más y usted le cuenta a que viene, a los jefazos. Bebe-Soda es la Lider. -

Le indicaron brevemente como continuar avanzando, tras lo cual ellos se marcharon. El chico hablando de lo bien que tiraba aquel tabaco, ella con una mirada perdida, que ya le hubiera gustado a ella perderse llevando a Hallen, un ratito nada mas.

Hallen tomó dirección hacia el lugar que los jóvenes le habían indicado, en su rostro se mostraba una sonrisa, ya que le parecía raro la palabra "Cambiapieles".

"Tsk... Estos jóvenes, no hay nada peor que vivir entre basura, para tener los modos hecho un desecho".- pensó.

Hallen sale de la ciudad, dirección túmulo

Aquel dolor de cabeza iba a acabar con ella. Poco había podido dormir en el autobús y cada vez que cerraba los ojos no paraba de revivir aquella terrible imagen como si estuviera grabada en la parte interior de su retina. Por lo que había averiguado nadie parecía culparle de nada y tardarían bastante en averiguar quienes eran por el estado de los cadáveres. Así tendría tiempo suficiente para irse de allí. Largarse a empezar de nuevo en otro sitio. Total, no le quedaba nada más en aquel cuchitril que una vez había llamado hogar.

Al bajarse en la última parada contaba el poquísimo dinero que le quedaba en el bolsillo de la sucia chaqueta negra que llevaba. Miró a su alrededor viendo que había una máquina donde había dulces y demás porquerías. Un rugido salió de su estómago cuando miró los paquetes de patatas. El estómago seguía revuelto pero aún así sentía hambre. ¿Cómo podía ser eso?

Unos segundos más tarde, el olor de un cigarrillo le llegó a la nariz haciendo que se girase hacia el hombre que la sonreía. Le observó la vestimenta y la expresión que tenía en la cara. Parecía simpático y seguramente llevaría algo de dinero encima. No le sería difícil empujarle y quitarle la cartera si quisiera hacerlo. Dio un paso hacia delante pero cuando pronunció su nombre paró en seco.

-¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién cojones eres y de qué me conoces? -preguntó malhumorada escupiendo cada palabra, completamente alerta.

- Menos humos chica. Con calma - respondió el bajito, acercándose a ella - Me llamo Whitaker y se de ti, por mis sueños. ¿Tu no has soñado cosas raras alguna vez?. Mi primo lleva una semana soñando con este sitio y tus problemas. Así que agilizó los tramites mandandome- tomo aire, y metiéndose la mano al bolsillo, saco su cartera y de ella veinte dolares que le extendió.

- Toma, la maquina acepta billetes. Pilla algo - le sonrió todo lo amable que pudo - Esta noche proveo yo, otra, Gaia vera -

Limosna, eso era lo que le faltaba ya. Estuvo a punto de salir de allí airada dándole una última patada a la máquina cuando el estómago le rugió de nuevo con hambre. Sus mejillas se sonrojaron levemente, casi dándole un aspecto menos arisco y se acercó a coger el billete suspirando. Dejar su orgullo tirado delante de un tipo así. Total, seguramente no volvería a verlo más.

Se giró y sacó los dos paquetes más grandes que pudo guardándose el cambio en el bolsillo mirándole de reojo, casi con desconfianza. Después de haberla alimentado no podía ser tan sumamente borde con él así que decidió darle algo de cuartelillo. Lo de los sueños le había llamado la atención.

-¿Tu primo dices? ¿Y qué es exactamente lo que ha soñado y cuáles son mis problemas? Por cierto, te los devolveré. Que no te quepa la menor duda -dijo apuntando al hombre con un dedo refiriéndose al billete que le había dado antes. No quería deberle nada a nadie. A pesar de todo mantenía una distancia prudencial. Sabía su nombre sí, o al menos el que le había dado, pero tampoco era para quedar como colegas de toda la vida. Ahora era una fugitiva y no podía darse esos lujos. Abrió el paquete y empezó a comer con algo de rapidez, aunque sin parecer ansiosa. Dios qué hambre tenía...

- Mi primo es como tu, chica. Tiene hambre todo el día, esa clase de hambre que no sale en los cuentos. Ahora no me entiendes y yo no tengo las palabras adecuadas para explicarlo aquí - hablaba rápido, pero con las pausas necesarias para hacer claro su mensaje.

Cruzo un par de miradas con ella y encendió un nuevo cigarro, echando el humo a un lado.
- Eres como el. Y siendo como el, estarás huyendo de algo malo, muy malo, que te ha pasado y no sabes como paso. Ni se que fue, ni quiero que me lo cuentes ahora. Es tuyo y es personal, pero puede volver a pasar si te enojas, si no controlas la ira, y tu no quieres eso, ¿verdad? - hacerla pensar en ello, era un paso para aceptar que era - Mi primo y mi familia pueden ayudarte, porque ya eres parte de nosotros, no somos parte del problema, somos la solución, si tu pones tu granito de arena -

Cuando terminó uno de los paquetes siguió con el otro mirando al hombre de vez en cuando mientras hablaba. Parecía saber algo de lo que le había pasado pero el asegurarle que no le preguntaría por su pasado la relajó bastante. Los adultos siempre querían saber demasiado de todo. A veces la ignorancia hacía la felicidad, por lo menos en lo que a Alex respectaba.

-Siempre he sido una chica cargada de ira. O al menos eso decían los psicólogos escolares a los que iba. ¿Qué es lo que pueden hacer por mí? -preguntó obviamente refiriéndose a la familia de aquel extraño hombre. No sabía por qué pero no sentía tanto rechazo hacia él. Casi como si fuera un agente social con buena labia. Sí, exactamente igual. -Bueno, en realidad, sea lo que sea necesito un sitio donde quedarme. ¿Está muy lejos de aquí tu primo? No creo que aguante otra hora metida en un autobús...

- Te enseñaremos quien eres. Ahora eres miembro de una familia mucho mayor de que lo podrías imaginar y tan especial, que ni lo creerías aunque te lo dijera. Mi primo te lo enseñara, para que ahora no me llames mentiroso- sonrió como quien ríe de un chiste que solo entiende uno mismo y echo a caminar hacia el autobus, lo paso y continuo hacia un pequeño coche aparcado tras este.

- Vamos, él vive en un hotel frente al parque. No esta muy lejos - apremio, puesto que ya cada vez, se hacia mas tarde.

La pequeña lo vio ponerse en pie para marcharse hacia el autobús. Cogió su mochila y se compró un paquete más de patatas para el camino. No sabía donde iba pero aún así confiaba en sus instintos y algo le decía que allí se encontraba la respuesta y que aquel tipo era legal. Sí, esos mismos instintos que la impulsaban a meterse en peleas de pandillas y demás. Pero no era una chica muy sensata la pobre.

Al llegar al coche se subió cuando le hubo dejado y se acomodó en el asiento mirando el interior con curiosidad como si buscara alguna anomalía o detalle interesante en él. Dejó la mochila en el suelo entre sus piernas y abrió la ventana.

-Pues váyamonos entonces. ¿Cómo se llama ese primo tuyo, Whitaker? -dijo con curiosidad mirando por la ventana como la noche caería pronto para volver a posar sus ojos oscuros sobre su chófer.

- Cameron. Es bastante animado, pero también es un garou muy ocupado - decía mientras conducía - Seguro que lo primero que hará, sera medirte para encargarte ropa nueva, especial. El la llama ropa dedicada. - le guiño un ojo, ligeramente divertido.


El paisaje era transitoriamente igual desde la ventana del auto. Whitaker se comía la carretera con velocidad endiablada, sin llamar la atención a los agentes del trafico. Pronto las calles atestadas de edificios dieron lugar a las vistas iluminadas de los monumentos del parque nacional. Y poco después, estaba aparcando frente a uno de los muchos hoteles que coronaban aquella zona. Econo Lodge Inn & Suites.



- Hemos llegado... perdona - se bajo, tomando el teléfono que sonaba. Le vio escuchar en silencio, asentir dos veces y suspirar. - Pero yo no se como hacer eso. ¿Que?. Ok, que ella se encargue, le dejare las llaves - acabo la conversión y le dio señas para bajar.

- Cambio de planes chica. Cameron no podrá verte hasta mañana, así que te llevare a una buena habitación y una amiga nuestra vendrá en su lugar. Se llama Lily, como decís los jóvenes. Es una tía enrollada- rió abriendo la marcha.

Acabo, hablando en la recepción y empañándola como todo un caballero hasta la puerta de su habitación, Segunda planta, 204. Su puerta daba a la parte interna del hotel, teniendo una buena vista interior del mismo, piscina incluida.



- Que pases buena noche, chica. Un placer conocerte, quizás nos veamos otro día y te cobre esos veinte dolares, en cerveza - le tendió la mano cordial, en señal de despedida. Había sido de las mejores recogidas en los ultimos años. - Lily vendrá en unos veinte minutos, aprovecha para acomodarte a tu nuevo entorno -

La chica arqueó una ceja cuando escuchó al hombre hablar de su primo Cameron. ¿Ropa dedicada? ¿Qué mierda era esa? Aún así prefirió morderse la lengua en ese momento. No dijo nada observando el paisaje por la ventanilla del coche mientras se acercaban al hotel donde se detuvieron. Se quedó sentada en el asiento del copiloto cuando Whitaker se bajó mirando como hablaba por el móvil. Esperó su señal y se bajó del coche ajustándose la ropa y la mochila sobre su hombro.

Entró en el hotel siguiendo los pasos del tipo sin echarle demasiada cuenta. Solo se quedó con los nombres que le había mencionado: Lily y Cameron. Al llegar a la habitación entró mirando a su alrededor lo que había y dejó la mochila sobre la cama. Cuando se despidió le tomó de la mano y le devolvió la sonrisa levemente.

-Cuenta con ello, viejo -respondió con cierta burla quedándose sola en aquella habitación.

Lo primero que hizo fue meterse en el baño quitarse la ropa y pegarse una buena ducha. La necesitaba más que el comer ahora que tenía algo en el estómago. Cuando terminó se puso uno de los albornoces y la única muda de ropa interior que le quedaba limpia en la mochila. El resto lo echó en la cesta de la ropa sucia y se sentó encendiendo la televisión recostándose en la cama. Ahora solo quedaba esperar.

No habian pasado ni cinco minutos desde que pusiera la telvision cuando llamaron dos veces muy seguidas a la puerta.

- ¡Servicio de Bienvenida, traigo bebidas y palomitas. Abre!- decia con voz jovial, una mujer. -¡Anda abre, que Whitaker me llamo. Soy Lily!-

Al escuchar la puerta Alex presupuso que era el servicio de habitaciones aunque tampoco se acordaba de cuanto tiempo había pasado allí. Se levantó de la cama de un salto y se acercó a la puerta abriéndola dejando a la mujer entrar. Cerró la puerta detrás de ella y la siguió por la habitación volviendo a sentarse sobre la cama con las piernas cruzadas. Cuando hubo dejado los bártulos que cargaba le tendió la mano en señal de saludo.

-Alex Morgan -dijo simplemente a modo de presentación.

- Encantada, Alex Morgan. Cameron no va a poder verte hasta mañana, así que nos divertiremos entre nosotras - sonrió, echándole un botellín de cerveza, bien frío, sacado de una de las bolsas. - Aunque si prefieres un refresco también traigo - mientras abria el suyo con un giro de muñeca.

Despedia alegría por cada uno de sus poros, cual una fiesta a celebrar a la que invitara a Alex. Con movimientos fluidos, sin derramar su bebida, se hizo con un cartucho de palomitas, de otra bolsa, y se lo tendio a ella.

- Cuidado, están calientes - aprovechando la cercanía, para sentarse al borde de la cama. - y tranquila, ahora estas entre amigas, en un ratito lo sabrás todo sobre las mujeres-loba - guiñandole un ojo. - Cameron ya me comento, que seguramente habrás experimentado el primero y solo el primero. Te aseguro, que solo duele las primeras veces, por la falta de practica. Luego es como ir en bici y te saldrá con muchisima mas naturalidad - se la quedo mirando, alzando su botellín hacia ella - Por la nueva Moradora del Cristal -

La joven sonrió a la recién llegada. Parecía simpática y tampoco era malo estar relajada con otra chica. Hacía tanto tiempo que no recordaba la última vez que se sentía tan relajada con alguien de su mismo sexo. Cerró los ojos apoyándose en el cabecero de la cama y destapó la cerveza como una verdadera experta dándole un largo trago. Luego cogió uno de los paquetes de palomitas y lo abrió dejando que se aireara y refrescara un poco antes de coger unas cuantas.

-Espera, mujeres-lobas? ¿Moradoras del Cristal? No me estoy enterando de nada. No sé a qué te refieres con el primer cambio... ¿Me estás diciendo que soy una mujer-loba? Mira que hay bandas raras en los Estados Unidos... -suspiró Alex pensando que todo era simplemente otra vez la misma cantinela. Otra banda que buscaba reclutas y enviaba a la más versada socialmente para captar nuevos miembros. Suspiró ligeramente mirándola de reojo esperando una explicación.

- Esto es algo más grande que una banda - comento dejando a un lado el cartucho de palomitas. - Somos de hecho tribus, doce. Pero todas estamos juntas en lo mismo - sonrió poniéndose en pie.

Se dirigió al centro del cuarto, desde donde ella pudiera verla bien. - Tu mira bien y no pierdas detalle. Ah, y no grites -

Todo fue bastante rápido, demasiado para asimilarlo. Un segundo antes había tenido a una mujer ante ella y ahora... "Eso" estaba apoyando sus patas delanteras sobre la cama, para mirarla. Una loba.

La chica observó como la muchacha se puso en pie. Tomó un trago de la cerveza que se había abierto y observó con una sonrisa socarrona pensando que nada pasaría en realidad. Poco sabía de lo que ocurriría delante de ella en ese momento. Casi se atraganta con el sorbo de cerveza que estaba tomando inclinándose hacia delante tosiendo violentamente.

-Pero qué coj... -empezó a decir dejando a un lado el botellín frotándose los ojos para mirar. -Había algo en la cerveza, ¿verdad?

- No, no hay nada en la cerbeza - la loba habia ladrado, pero ella entendio perfectamente lo que decia. - Eres una garou, Alex Morgan. Ahora piensa que eres una loba, concentrate en esa idea, ladra, gruñe si hace falta - insistio sin reirse.

Veamos si podia instigarla a cambiar y descubrirse a si misma.

La joven observó con curiosidad a la chica. Después de todo qué perdía intentándolo. Si aquella mujer le había dicho que probase a pensar que era un lobo lo haría. Total, no perdía nada. Sus ojos se cerraron y se colocó a cuatro patas apoyándose sobre las manos mirando al lobo de reojo.

-No me puedo creer que esté haciendo esto... -murmuró con voz de pocos amigos empezando a intentar gruñir sintiéndose la chica más estúpida de todo el mundo. Al ver que no pasaba nada abrió los ojos de nuevo y miró al lobo que tenía delante de ella arqueando una ceja como si esperaba que se riese. -Tiene que ser descojonante...

Al pasar unos segundos decidió volver a intentarlo ahora sin gruñir imaginándose a sí misma con forma lupina, con los ojos amarillos y el pelaje negro. Como su rostro se estiraría hasta formar un hocico y como cada extremidad formaría una pata del animal extendiéndose su columna vertebran hasta ser una cola. Luego abrió los ojos de nuevo esperando ver si lo había conseguido o si por el contrario, como esperaba, simplemente había estado haciendo el idiota.

Lily sonrio al oirla.

- Un poco si, siempre es gracioso enseñar a los nuevos cachorros - para callarse inmediatamente, al ver que lo intentaba de nuevo.

Despues de aquellos minutos de concentracion, que a Morgan le parecieron horas, al abrir los ojos...

La habitacion parecia mucho mas grande, los olores mas fuertes, mas cercanos... palomitas, cerbeza, polvo bajo la cama, el jabon de la ducha. Y ella misma no era ya una niña, porque las niñas no tienen patas recubiertas de espeso pelaje negro...

- Enhorabuena - comento la loba con afecto. - ¿Quieres verte al espejo?, te ves muy bien -

Cuando volvió a abrir los ojos se sorprendió a sí misma encogiendo lo que parecía su nariz ante los nuevos olores que le llegaban. Se llevó una mano simplemente para ver una pata que se frotaba contra la parte superior de su hocico. Quiso soltar una exclamación pero solo un ladrido de sorpresa salió de su boca en ese momento. Miró significativamente a Lily y asintió una vez andando por encima de la cama con cuidado ya que no estaba acostumbrada a estar sobre cuatro patas y se miró en el espejo.


-Esto es surrealista. ¿Me estás diciendo que puedo convertirme en lobo? ¿En serio? -dijo girándose para ver la confirmación en los ojos de la otra loba. -Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos pensaría que estás loca y que necesitas que te encierren. Aunque puede que sea así de todos modos... -comentó inclinándose hacia delante en una postura juguetona antes de saltar sobre la lupina Lily. Después de todo, solo era una cachorra.